sábado, 27 de febrero de 2010

ALIANZA LIMA EN LA FORMACION DE UNA CONCIENCIA NEGRA EN EL PERU

Daniel Mathews
LA TRADICIÓN COMO ESPACIO DE CONFLICTO

Hablar de Pinglo, Nicomedes, el barrio de La Victoria o el Alianza Lima es hablar de tradición limeña. Pero no hay que entender la tradición como algo estático sino como un patrimonio instrumental con el cual los sujetos definen sus vínculos entre sí y con la naturaleza. La tradición supone pues un conflicto. En un país no hay una tradición sino varias y su convivencia no es pasiva sino que hay conflicto entre ellas. Al hablar de la tradición “negra” no debe pensarse en el color de la piel sino en la identidad cultural refiriéndose ésta a la identificación de sujetos con grupos en planos que sobrepasan lo biológico para entrar en el terreno de lo socio-cultural. Las preguntas ¿cómo me veo?, ¿cómo veo al otro?, ¿cómo me ve el otro? serían la armazón de las relaciones que propone una tradición determinada.

La elite criolla del siglo XIX imaginaba al Perú como un territorio blanco, cristiano y capitalista. Si bien sabían de la presencia de indios, negros, los recién llegados chinos y demás castas que componían la población, su realidad no llegaba a incidir en el proyecto de país que se quería construir. Para mejorar como país debíamos ser lo más blancos posibles. El partido Unión Nacional que fundara Manuel González Prada en 1891 proponía, como parte de su ideario “Favorecer la inmigración europea y oponerse al fomento de la asiática”1. Hay incluso quienes proponen que el problema del indio se resolvería con una política de cruzamiento2

Durante las últimas décadas del siglo XIX Lima era una fiesta, pero aparte de algún espacio de carnaval las alegrías no se compartían, la diferenciación social primaba. Y no era que unos sean más alegres que los otros, las alegrías eran distintas. Recordemos lo que dice Gamarra. A los sectores acomodados, los sitúa en el centro de Lima y son “el publico que se quiere extrangerizar, el que frecuenta los conciertos, las tertulias, los bailes de fantasía, las veladas”. Para los sectores populares, más allá de Siete Geringas, “los espectáculos se reducen a la cancha de gallos de la Huaquilla, los títeres, que de vez en cuando hay en la misma calle, o en algún lugar desmantelado, la maroma y juegos acrobáticos de la “Estrella Blanca” o sea compañía nacional y las corridas de toros en Cocharcas o Barbones”3

Esa pretensión de extranjerizar era cierta. Las mujeres de las clases altas vestían a la usanza francesa y los hombres a la moda inglesa. Hablaban en inglés o francés. Por lo demás, cultivaban el violín o el piano; usaban de guantes y finos perfumes que compraban a madama La Roche; usan los primeros automóviles. La ciudad supone un público, una clientela, que “forma la moda”. Para ellos la ciudad vende la idea de lo extranjero como lo “culto”. Al saberse blancos y al hablar, vestir y vivir como europeos pretendían ser genuinos tributarios de la cultura occidental. Por lo contrario, lo “indio” o lo “negro” eran símbolo de barbarie no sólo en lo social o cultural, sino incluso en lo sexual. “Los negros son lujuriosos” es una frase que podemos encontrar en las conversaciones callejeras o en las novelas. Francesca Denegri4 ha mostrado como en las novelas escritas por mujeres en el siglo XIX los negros (y los indios) son elementos de desorden y violencia, de marginalidad y de exceso sexual.

Pero el negro no era visto sólo como violento, marginal, lujurioso. Era antes que nada la negación misma de la cultura. En 1897 Clemente Palma publica un libro que será el texto más representativo de la ideología racista El porvenir de las razas en el Perú5. Partía de la premisa que el género humano está dividido en razas “superiores las unas de las otras” y que la negra era “incapaz de asimilarse a la vida civilizada”. Proponía Palma una política de “selección de razas” con la que el Perú llegaría a ser un país blanco.

Esta visión disminuida del negro la tiene incluso Mariátegui. Hablando de la religión en la colonia nos dice:
“El esclavo negro prestó al culto católico su sensualismo fetichista, su oscura superstición. El indio, sanamente panteísta y materialista había alcanzado el grado ético de una gran teocracia; el negro, mientras tanto, trasudaba por todos los poros el primitivismo de la tribu africana”6

más adelante, en el ensayo sobre la literatura insiste en el tema:
“El aporte del negro, venido como esclavo, casi como mercadería, aparece más nulo y negativo aun. El negro trajo su sensualidad, su superstición, su primitivismo. No estaba en condiciones de contribuir a la creación de una cultura sino más bien de estorbarla con el crudo y viviente influjo de su barbarie”7

Mariátegui hacia estas consideraciones desde una perspectiva cultural. En ese momento la única cultura reconocida era la occidental y ante ella los negros aparecían efectivamente como supersticiosos. Nadie se hubiera atrevido a decir que para las religiones negras adorar una cruz tendría el mismo calificativo. Toda religión es supersticiosa con respecto a otra. El Amauta parecía haber superado la visión “biológica” de lo étnico, la idea de que por si una raza es superior a otra. “El concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra de expansión y conquista”8 afirmaba. Sin embargo se nota aun el peso de las ideas racistas de Javier Prado, cuyo libro Estado social del Perú durante la dominación española es citado repetidas veces en los 7 Ensayos sin comentario critico alguno.

I.LOS NEGROS EN LA CONSERVACIÓN DE LA CULTURA CRIOLLA

A pesar de estos comentarios racistas los negros tenían en el siglo XIX y XX una función cultural bastante clara: criados en las casas de la aristocracia habían aprendido el buen baile, la buena música, la décima improvisada. Serán ellos los profesores y divulgadores de estas manifestaciones culturales.

El año 1876 se realizó en Lima un censo que nos ilustra bastante bien la formación étnica de la pequeña ciudad de entonces. Apenas llegaba a los 100,156 habitantes de los cuales la mayor parte declaraba ser “blanco”. Si bien es cierto que bastaba una posición económica regular para blanquearse, los datos del censo son interesantes:
RAZA NACIONALIDAD
Blancos 42,694 Peruanos 84,778
Indios 19,630 Extranjeros 15,378
Negros 9,088
Mestizos 23,120
Asiáticos 5,624


El organizador del censo, Manuel Atanasio Fuentes, escribió sobre esa base un informe que tituló Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres. Tiene una apreciación integradora y despojada de todo racismo sobre la ciudad en estudio: “Que la igualdad es la monotonía; que la monotonía cansa los sentidos (...) Lima tiene por fuerza que ser agradable desde que toda ella no se compone de blancos y no es por lo mismo ni igual, ni monótona, ni cansadora de los sentidos”. Desde esta posición es que habla de los oficios de las diferentes razas y efectivamente a los negros los ubica entre los profesores de baile:
“La profesión de maestro da baile era ejercida sólo por negros y zambos, entre los cuales había diversas categorías; unos no usaban, para sus lecciones, más música que la vocal; otros cargaban su guitarra, y los terceros, de más elevado rango, se servían de la guitarra de sus discípulas. (...). Monteblanco, hombre de maneras excesivamente finas y de facciones excesivamente toscas, mereció ser, en su tiempo, el profesor predilecto de las señoritas de Lima, y en algunos colegios. Deseando dar a su lenguaje toda la elegancia a que lo obligaba su roce con la buena sociedad, creó frases de una singular cultura”

En cuanto a la décima sabido es que pronto quedo como arte de negros aunque es evidente que no tiene ninguna relación con el único poema africano que conservamos, dedicado por los esclavos coloniales a Baquijano y Carrillo.


Resulta por eso totalmente explicable que el vals y la décima hayan resultado los instrumentos más usados en la forja de una cultura ligada a lo negro. Valses como “Morena la flor de Lima”, “Morenita verde luna” o aquellos de compositoras mestizas como “Negra quiero ser” de Alicia Maguiña o “Cardo o ceniza” de Chabuca Granda ponen en alto relieve lo que podríamos llamar una belleza contra hegemónica. Las décimas de Nicomedes Santa Cruz o Juan Urcariegui, por sólo citar a los mayores, apuntan en el mismo sentido: la creación de una comunidad de los marginados.

III. LA COMUNIDAD DE LOS MARGINADOS

Para que esta comunidad de marginados comience a existir era necesario un aumento en el número de habitantes y que estos además se reconozcan. Esto tiene que ver con el cambio de siglo. Entrando al siglo XX Lima cambia.

Desde 1890, fecha del contrato Grace, el país inicia un ciclo de despegue económico. La economía se va orientando hacia el mercado mundial; y a la vez que los primeros núcleos industriales se consolidan, las exportaciones irán a definir el carácter de enclave del país. Lo que Basadre llama "la república aristocrática" es un período fundamental de la organización de la producción y del proceso de acumulación moderna en el país. Son los años de fundación de centros textiles como Santa Catalina, de industrias como la Backus y Johnston, de minas como la Cerro de Pasco Mining Company. El crecimiento de industrias, pequeñas empresas, comercios y bodegas es alto. Un buen índice de eso es la aparición de bancos como el Banco Italiano (1889), el Banco del Perú (1897), el Banco Popular (1899) y la Bolsa de Valores (1896). En lo que a Lima se refiere, el reto era la construcción de una ciudad moderna. Se va la huella colonial y en cambio llega la luz eléctrica, las grandes avenidas, el tranvía, el automóvil, el cinema, el fútbol.

La modernización necesita de mano de obra y produce la primera ola de migrantes. Venidos principalmente de los pueblos costeños más cercanos los encargados de construir la nueva ciudad serán negros. El primer barrio popular republicano será La Victoria, así como lo fueron el Rimac y Barrios Altos en la colonia. Pronto Lima se verá transformada como ciudad: pasará a ser una ciudad popular. Los marginados construyeron su propio espacio. Se alejaron de quienes los querían distantes para vivir entre ellos. Por eso, en los recuerdos infantiles y juveniles de Nicomedes Santa Cruz, Lima “era un enclave que estaba más ligado al Caribe que al resto del Perú, porque había desarrollado una cultura mulata en trescientos años y entre murallas”9. La apreciación de Santa Cruz quizá no es exacta en lo que a Lima se refiere, él no era historiador, pero muestra con claridad cual era la ciudad que sus ojos niños veían.

Pero no sólo se transforma la ciudad. Se comienza a desarrollar una cultura distinta. Se transforma el waltz vienes en el vals criollo. Y en esto el cambio más importante es convertirlo en canto. El waltz es, en efecto, una pieza musical para ser bailada, pero solo instrumental. El vals supone una canción. Y no son sólo canciones de amor las que se incorporan. Surgido desde los sectores populares dará acogida a las aspiraciones democráticas de estos. No es gratuito que hasta hoy uno de los valses más cantados sea El Plebeyo de Felipe Pinglo: “El plebeyo de ayer/ es el rebelde de hoy/ que por doquier pregona/ la igualdad en el amor”.

Se transforma también el football, llegado recientemente al Callao y practicado inicialmente por los ingleses y sus amigos de alta sociedad, en un fútbol criollo donde la gracia y el salero obligan a José María Lavalle a demorar el gol, sacar su pañuelo y comenzar a bailar marinera con la pelota entre los pies. Yo no se cuantos goles se perderían por esa gracia. Pero se gano una nueva manera de jugar: inspiración, habilidad y picardía reemplazaron a la fuerza y técnica del fútbol europeo. Así nace Alianza Lima.

II.ALIANZA LIMA Y LA CULTURA “GRONE”

El término “grone” caracteriza a los aliancistas. La mayor parte de los cánticos de la barra lo usan: “Vamos grones, vamos grones/ que tenemos que ganar/ que la gente del Comando/ quiere verte campeonar”. Por otro lado no he visto a nadie que sin ser “grone” use esta palabra. Así puede considerarse que no sólo define una serie de expresiones culturales sino que es parte de ellas. Hace alusión, casi no es necesario decirlo, a un reconocimiento étnico. Es una inversión de “Negro”. Afirma Susan Stokes que:
“si bien Alianza Lima no representaba solamente a los negros –sino también, por ejemplo, al distrito de La Victoria o los obreros- este grupo étnico no tuvo mejor canal de expresión o de identificación colectiva durante la época que ese equipo de fútbol”10

No es cierto que Alianza haya sido fundado por negros. En realidad el primer equipo, el que comienza sus actividades en 1901 en el barrio de Chacarillas no tenía un solo negro en su composición. Alianza pasa a ser mayoritariamente negra cuando pasa al barrio de La Victoria, producto de la primera migración obrera a Lima que se venía del sur chico. Así hay una doble apropiación cultural por parte de este grupo social: transforman la ciudad y le dan nuevos espacios de recreación. Pero hacen algo más: son campeones nacionales por cuatro años seguidos.

Si, como tenemos dicho, el vals servirá para crear una identidad criolla popular, es lógico suponer que Alianza entrara rápidamente a ser parte de las canciones. Aquí hay que distinguir lo que es cántico y lo que es canción. El primero es propio de la barra, cantado en el estadio, transmitido oralmente de generación en generación y sin autor conocido. El segundo nace escrito y con autor, se transmite no sólo en el propio acto de cantar, sino que forma parte de cancioneros y discos de modo tal que va mucho más allá de los limites del estadio. Todos los equipos de fútbol tienen cánticos de barra. Forman parte de la necesidad de alentar. No todos tienen canciones. Creo que ninguno tiene tantas canciones como Alianza Lima. Y es que, como estamos viendo, es algo más que un equipo de fútbol: es parte de la cultura “grone”.

En la época de oro de Alianza Lima (1931-36) quien más canciones escribe a este equipo es Felipe Pinglo. El primer vate del criollismo popular dedica canciones a Alejandro Villanueva, Juan Rostaing, Juan Valdivieso, “Los Tres Ases” (Fernández, Valdivieso y Lavalle) y una marinera titulada “Viva el Alianza señores”. En total son siete piezas que incluyen vals, one step, paso doble y marinera. Lo curioso es que en ningún momento toma el tema racial como parte de la canción. Lo más cercano sería la alusión a la “canela” en la referida marinera: “Siéntate bien amigo/ y límpiate los ojos/ que esto es canela pura”. Pero debo suponer que más se refiere al sabor de la canela que a su color.

Es en el proceso de toma de conciencia de sí mismos por el grupo afro peruano que Alianza Lima se revalora. La conciencia negra no sólo es un renegar de la situación de marginación a la que están sometidos. También es mostrar los valores propios. Parte del orgullo racial fue entonces el equipo campeón. Y esto influyó en el animo de los decimistas, mayormente negros ellos mismos. Nicomedes en primer lugar fue un propulsor del orgullo negro. Una buena expresión de lo que aquí sostengo es la décima titulada De ser como soy, me alegro, que compuso el año 49.
De ser como soy me alegro,
ignorante es quien critica.
Que mi color sea negro
eso a nadie perjudica

Nacido el 4 de junio de 1925 en La Victoria crece entre las obras literarias de su padre11 y las canciones y décimas de su madre. Él nos recuerda su infancia:
“Mi madre, doña Victoria Gamarra, se pasaba el día entero cantando mientras trabajaba lavando ropa en una batea durante dieciocho o veinte horas diarias; sabía de todo: panalivio, festejos, habanera, vals antiguo y décima. Esta última la había aprendido de niña, con los carreteros del ferrocarril inglés en Monserrate; un día se quedó con la libreta de décimas olvidada por un trovador y se aprendió de memoria los versos. Ese trovador se había pasado de vino en la bodega del italiano donde contrapunteaban estos carreteros; al bodeguero le gustaba mucho las décimas y siempre sacaba una botella de la casa para que siguieran cantando”12

Pero lo que lo lleva a trabajar en la décima es su amistad con don Porfirio Vázquez (1902-1971) y poco a poco va dejando el trabajo en la herrería por el trabajo artístico y periodístico en torno al folklore negro. Lo hace en un momento en que la décima ya sólo era conservada entre gente mayor, la cultura negra sufría un retroceso. Y no sólo significa un resucitar la décima, sino darle un nuevo valor. Varía los temas que hasta entonces eran más rurales, enmarcados en lo “humano” y lo “divino”. Es la urbanización y modernización de la décima a tono con lo que pasaba en Lima. Es también la toma de una posición política de izquierda frente a diversos problemas como en su décima “Talara no digas yes”.

Como es de suponer Nicomedes escribe varias décimas al Alianza Lima, incluyendo una en que se declara la muerte de Alianza (“Aquí yace Alianza Lima”) y que está dirigida en realidad contra la profesionalización del fútbol, al que se le hace culpable de que Alianza haya perdido ritmo: “en cambio en los tiempos viejos/ sin cobrar miles de soles/ se hacían muchos más goles/ en nuestra tierra y más lejos”. En estos poemas vemos ya la frase “los negros de La Victoria” que en adelante será sinónimo de aliancista. Podemos afirmar que el tema de lo negro invade desde ahí la imaginación de quienes le componen canciones al equipo, como que la canción que compone Raúl Vásquez para el campeonato del 73 y que será de las más conocidas y cantadas, la que impone el “Se va... se va” aliancista comienza con una alusión a la raza:
Una pelota de trapo
testigo del primer gol
un corazón rojo y blanco
bajo su pecho carbón

Lo negro en Alianza Lima cumple una función metafórica, es el reconocimiento social de la raza oprimida, de la “minoría” en este país en que, producto de la opresión colonial, las minorías son mayoritarias. La décima y el fútbol permiten a los excluidos un canal de inclusión, a los derrotados una opción de triunfo. Y un triunfo democrático, sin privilegios. El fútbol es competencia en igualdad de condiciones, arbitraje con independencia, observancia de las reglas establecidas, esfuerzo colectivo. El antagonismo entre Alianza y la U, el “clásico”, representa el enfrentamiento entre blancos y negros pero en un espacio en el que cualquiera de los dos puede resultar triunfante.

En 1924 un grupo de estudiantes sanmarquinos, blancos y acomodados, forman el club “Federación Universitaria” para practicar atletismo y diversos deportes, es parte de la vida académica. La proximidad social y política con las elites le permitió a la Federación Universitaria obtener ventajas patrimoniales e incluso ascender al fútbol de la división superior sin mayor tramite que las buenas gestiones de Haya de la Torre y otros dirigentes estudiantiles apristas. Era una muestra más de que si todos somos iguales “hay unos que son más iguales que otros”. Desde ese momento quedó el fútbol peruano polarizado entre negros/ blancos; obreros/ universitarios.

Ahí se establece la función de lo negro en Alianza Lima: la función metafórica. Alianza no surge como un equipo de negros. Su primera formación es mestiza y no hay un solo negro en ella. Había descendientes de italianos como los Pedreschi o Marcelo Carmelino; descendientes de chino como los hermanos Cucalon; mestizos como José Carreño que prestaba sus casas para las primeras reuniones. Se menciona también a José Chaclatana, hijo del carpintero del barrio. En lo sucesivo sus jugadores no siempre serán negros. No hay condicionantes raciales para entrar a jugar a Alianza Lima. Tampoco la hay para vivir en La Victoria Los barrios eran considerados negros “porque el aura y los significados que los caracterizaban están fuertemente impregnados por la cultura afro peruana. Aunque haya una base real (el éxito de los primeros jugadores negros en Alianza, traídos desde Chincha) la negritud de Alianza abre otras unidades de significado: lo nacional, lo popular, lo familiar.

El estilo de fútbol que impone Alianza está ligado a la metáfora de lo negro. Es un juego alegre y festivo, que revalora el cuerpo, donde se impone la inteligencia del humor criollo y sobre todo ese sentimiento de colectividad que hace pensar en Alianza como un equipo “íntimo”, familiar.

DE LA ORALIDAD A LA ESCRITURA

Nicomedes Santa Cruz es de lejos el más importante de nuestros decimistas. La cantidad de libros producidos lo atestigua. Pero entre los libros de Santa Cruz y el Alianza Siempre Alianza de Juan Urcariegui García13 hay una diferencia importante. Mientras que el primero recopila en sus libros textos que ha producido para la recitación, el segundo nos ofrece un libro orgánico. Es el paso a la escritura. Se trata de un romance de 261 páginas escritas en décimas donde se cuenta la historia de Alianza Lima desde sus inicios hasta la presidencia de don Alberto Masías y el campeonato del 99.

Urcariegui nació en Lima, en el distrito de Breña, el 27 de julio de 1928 y se despidió para siempre el 2003, en Septiembre, un día después de Wáshington Delgado. Conoció a los más famosos decimistas: Santa Cruz, los hermanos Vásquez, Higinio Quintana y a los que aún la cultivan en diferentes lugares del país. En 1989 recibió las Palmas Artísticas que otorga el Ministerio de Educación en grado de Maestro. El 91 publicó su primer libro: A la droga dile no con auspicio de la Municipalidad de Breña. Tiene pues un largo camino recorrido cuando lanza su libro grone.

Nadie compone un libro como este sin una cierta conciencia de escritura. Y sin embargo Urcariegui es conciente que su espacio es el de la oralidad. Así el libro nos hace recordar permanentemente que se trata de una “escritura oral”. Esto lo logra de varias formas. En algunos poemas cita las fuentes en las que se basa. Todas son conversaciones, narraciones de alguien que vio y vivió el hecho: “¿Saben quien contó esta historia?/ La contó Lolo Fernández” (p. 128). A veces incluso recurre al publico como si fuera una recitación en vivo: “Ustedes recordarán/ que formó a Manuel Mellan/ y al propio Jaime Mosqueira”. Por último, escribe imitando el hablar negro:
Lo que quiero recalcar
de manera muy, muy breve
es que ese año –el veintinueve-
la U pudo campeonar.
Yo tratando de indagar
comente esto a un negro nato
y me dijo: Ve mulato
si no sacan a mi clu
po´mi mare que la U
no se lleva er campeonato (p. 78)

En este estilo cuenta toda una historia. Nos deleita con el Alianza de Oro, aquel que logro el Tricampeonato los años 31, 32, 33. Como sería el poderío que en 1931 la U prefirió el walk over antes que la derrota. Pero también nos cuenta los momentos tristes de Alianza, la muerte por tisis de Alejandro Villanueva o la de todo el equipo cuando el avión en que viajaban cae al mar de Ventanilla. Se ubica en el contexto criollo y popular para darnos datos de adonde iban los jugadores cuando descansaban: por ejemplo la pulpería de Domingo Giufra en La Victoria, tan concurrida por Villanueva. Nos habla de las primeras figuras del club y de los presidentes que hicieron el trabajo dirigencial. Y como es común en Alianza Lima pone especial orgullo cuando se trata de un jugador negro. Así de Perico León (Pedro Pablo León García) dice “negro cunda, negro diablo/ negro de picara historia”.

Justamente por eso algunos de los poemas más largos están vinculados a la discriminación. Por poner dos ejemplos la marginación del 29 en que la Federación Peruana de Fútbol maltrató a los jugadores de Alianza Lima y estos se retiraron del campeonato, o aquella segregación internacional que en las Olimpiadas del 36 en que el Perú estuvo a punto de campeonar “pero las leyes marciales/ que Hitler había impuesto/ pusieron de manifiesto/ sus posiciones raciales”(p. 95). Como es lógico suponer esta última no sólo fue contra Alianza sino en realidad contra la selección peruana. Cuando ya habíamos ganado a Alemania y estábamos ganando a Austria, contra todos los pronósticos de la superioridad racial aria, suspendieron el partido y querían obligarnos a volver a jugar a puerta cerrada. La selección no sólo estaba formada por aliancistas, como es de suponer, pero tenía una mayoría negra ya que incluso el principal jugador de la U lo era: Lolo Fernández, que poco después llego a ser compadre de Manguera Villanueva. El gobierno de Benavides dio la orden de que la selección regresara sin aceptar nuevos partidos con normas hitlerianas y se los recibió con honores de campeón aunque no trajeran la copa.

Alianza y el fútbol peruano en general se convierte así, al mismo tiempo, en una victima de la discriminación y en escudo contra esta. La historia nos sitúa en un espacio de liquidación de desigualdades en la que el Perú ha estado representado por los de abajo que se han hecho visibles por su propio esfuerzo y habilidad. Pero para que la historia exista es necesaria traerla al presente, convertirla en recuerdo, de alguna manera “inventarla”. Y es desde este espacio que Urcariegui nos replantea el tema del racismo “pues sé es ruin venir de esclavos/ ruin es venir de esclavistas”

BIBLIOGRAFÍA
Denegri Francesca. El abanico y la cigarrera: la primera generación de mujeres ilustradas en el Perú 1860-1895, Lima, Flora Tritán – IEP, 1996

Elmore Peter y Federico de Cárdenas “Nicomedes Santa Cruz: Yo nací en olor a pueblo” en La República, Lima, 17 de Julio de 1983.

Gamarra, Abelardo. Lima, unos cuantos barrios y unos cuantos tipos. Lima, Litografía y tipografía de Pedro Berrio, 1907

Mariátegui, José Carlos. 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima, Biblioteca Amauta, 1928.

Palma, Clemente El porvenir de las razas en el Perú, Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1897.

Sánchez, Luis Alberto. Nuestras vidas son los ríos. Historia y leyenda de los González Prada, Lima, UNMSM, 1977

Stein, Steve. Lima obrera 1900-1930, Lima, El Virrey, 1987

Urcariegui García, Juan. Alianza Siempre Alianza, Lima, Universidad Alas Peruanas, 2004.

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Publicado en Mbare Ngom "Escribir" la identidad: Creación cultural y negritud en el Perú, URP, Lima, 2008


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